Disidencias
Jornada propuesta por la École lacanienne de psychanalyse
Montevideo, sábado 5 de diciembre

El informe Turquet y El cuerpo queer , publicados este mismo año, nos convocan a trabajar. El primero es una edición de Literales, el segundo de LECOL, ambas editoriales de la École lacanienne de psychanalyse.
La publicación no culmina los efectos que puedan tener los libros. Ellos incitan la continuación de su propia tarea, a la discusión, a la crítica. Sobre todo cuando ellos mismos por distintos avatares, pertenecen a la disidencia.
Para ello, la École lacanienne de psychanalyse invita a la Jornada Disidencias, el sábado 5 de diciembre de 2015, en Montevideo.
El dispositivo propuesto para discutir lecturas de estos libros es una Jornada en dos partes, en ambas se presentarán tres trabajos y luego de cada una de las exposiciones se abrirá al debate.
Primera parte, de 9.30 a 13hs: Abrir los archivos
Después de más de cincuenta años en el armario se publica el informe realizado por una Comisión presidida por Pierre Turquet.
En el informe se pueden leer las condiciones requeridas para la aceptación de la Société Française de Psychanalyse a la International Psychoanalytical Association. Una de ellas, no negociable, es la exclusión de Jacques Lacan de la lista de analistas didactas. Lacan ocupó un lugar central en el informe, por atentar contra la ortodoxia y contra la ortopraxia. No sólo su
manera de replantear el psicoanálisis generaba problema, sino también la singularidad de su práctica.
Una lectura atenta del informe-archivo, tal como nos propone José Attal leerlo en el Prefacio, puede mostrar cuáles fueron algunas de las grietas con las que Lacan, por su disidencia, logró horadar la universalidad existente en el campo freudiano de su momento. Sobre todo al apegar el discurso analítico tanto a la singularidad como a la diversidad.
Acallados los gritos de aquellos tiempos, lejos del criterio normativo que el informe trasunta, importa plantear algunas preguntas cuya riqueza pueda ser más interesante que la anécdota histórica. ¿Hasta dónde el propio movimiento lacaniano no ha generado ortodoxias y ortopraxias? ¿Habrá dispositivos que permitan estar por fuera de cualquier normalización? ¿Hasta dónde la identificación que implica una cierta manera de tratar la enseñanza en el psicoanálisis necesita de una desidentificación en el analista?
Segunda parte, de 14.30 a 18.30hs.: Lecturas briscas
El cuerpo queer compila varios textos que ponen en juego lecturas diversas, líneas de fuga, límites, fronteras, pero sobre todo, provocan preguntas al campo freudiano.
Hace décadas, en inglés, la palabra queer significaba “raro”, “poco usual”. Proferirla tenía una clara connotación peyorativa dirigida hacia los llamados “homosexuales”.
El vasto conglomerado LGBT tomó queer de tal modo que hizo que variara completamente su signo. Hay una política de las palabras que también depende de la lengua que nos habita. En español, la palabra queer no tuvo nunca, ni tendrá, los efectos que puede tener “brisca /o”. Utilizar esta palabra como modo de entrada, implica tomar la lengua española desde su lado peyorativo, y desde allí, las problemáticas planteadas desde una posición queer tendrían su signo más ajustado.
No se accede a estos textos desde la multiplicidad ni desde una “correcta” pluralidad, para poder captar la intensidad del planteo de que el sexo es anticomunitario, autodestructivo, anti-identitario. Poner en cuestión las identidades como categorías normalizadoras puede llevar a señalar que la retórica y la práctica del amor son heterosexuales, y por tanto, también el amor sería normalizador.
Si el discurso analítico no es una teoría, ni una concepción del mundo, ¿qué quiere decir que se recibe en el consultorio a un niño, a una mujer, a un deportista, a un comerciante? ¿Es sin efectos en la práctica que el analista defina rasgos por los que identifica a quien viene a consultarlo? Toda formulación merece ser corroída por la singularidad, y para ello es necesario pasar por la despatologización, no sólo de las categorías “homosexual”, “perverso”, “transexual”, sino que también es necesario reglarse por lo diverso de modo que ni niño, ni mujer, ni deportista, ni comerciante velen las modalidades del goce, las modulaciones del placer, la peculiaridad del deseo que cada uno porta.