SUBJETIVACIÓN Y GUERRAS

subjetivación y guerras

 

 

Organiza: ñácate, revista de la école lacanienne de psychanalyse

Abrirán el debate:

Adriana Molas (docente en Facultad de Psicología, Udelar)

Valentín Guerreros (integrante del Centro Félix Guattari)

 

Fecha: miércoles 11 de noviembre, 20:30 hs.

Lugar: Casa de Filosofía, La Paz 1623

Se tendrán los cuidados indicados para las actividades presenciales

Inscripción previa: niacate.elp@gmail.com

Cupo: 40 personas

Actividad gratuita

 

1932. Einstein, miembro del Instituto Internacional de Cooperación Intelectual de la Sociedad de las Naciones ‒antecedente de la ONU, creada luego de la Primera Guerra Mundial‒, escribe una carta abierta a Freud en la que le plantea el siguiente problema: ¿hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra? Allí se interroga sobre los límites de la creación, con el consenso internacional, de un cuerpo legislativo y judicial para dirimir cualquier conflicto que surgiere entre las naciones, ya que un tribunal es una institución humana que, en la medida en que el poder que posee resulta insuficiente para hacer cumplir sus veredictos, es tanto más propenso a que estos últimos sean desvirtuados por presión extrajudicial: “el derecho y el poder van inevitablemente de la mano”. Al final aclara que en dicha correspondencia solo se refiere a las guerras entre naciones, pero sabe muy bien que la pulsión agresiva opera bajo otras formas y en otras circunstancias (por ejemplo, en las guerras civiles provocadas por factores religiosos y sociales; o en la persecución de las minorías raciales).

Respuesta: “Comienza usted con el nexo entre derecho y poder. Es ciertamente el punto de partida correcto para nuestra indagación. ¿Estoy autorizado a sustituir la palabra “poder” [Macht] por “violencia” {«Gewalt»*}, más dura y estridente? Derecho y violencia son hoy opuestos para nosotros. Es fácil mostrar que uno se desarrolló desde la otra […] el derecho es el poder de una comunidad. Sigue siendo una violencia pronta a dirigirse contra cualquier individuo que le haga frente; trabaja con los mismos medios, persigue los mismos fines; la diferencia solo reside, real y efectivamente, en que ya no es la violencia de un individuo la que se impone, sino la de la comunidad  La comunidad debe ser conservada de manera permanente, debe organizarse, promulgar ordenanzas, prevenir las sublevaciones temidas […] en la realidad, la situación se complica por el hecho de que la comunidad incluye desde el comienzo elementos de poder desigual, varones y mujeres, padres e hijos, y pronto, a consecuencia de la guerra y el sometimiento, vencedores y vencidos, que se transforman en amos y esclavos. Entonces el derecho de la comunidad se convierte en la expresión de las desiguales relaciones de poder que imperan en su seno; las leyes son hechas por los dominadores y para ellos, y son escasos los derechos concedidos a los sometidos […] El derecho puede entonces adecuarse poco a poco a las nuevas relaciones de poder, o, lo que es más frecuente, si la clase dominante no está dispuesta a dar razón de ese cambio, se llega a la sublevación, la guerra civil, esto es, a una cancelación temporaria del derecho y a nuevas confrontaciones de violencia tras cuyo desenlace se instituye un nuevo orden de derecho.” Sin restringir tampoco el concepto de guerra al conflicto entre los Estados, Freud lo desplaza ora hacia la sublevación (Auflehnung) ora hacia el Estado de derecho como continuación de la violencia por otros medios (ya en De guerra y muerte señalaba el monopolio de la injusticia y de la violencia por parte del Estado que, mediante el secreto y la censura, infantiliza a la población y le exige obediencia y sacrificio). Por si fuera poco, el análisis freudiano no se reduce a los abusos de los poderes del Estado (Staatsgewalt), sino que se complejiza al tomar en cuenta las relaciones de poder (Machtverhältnisse) sexuales, parentales y coloniales.

De este intercambio, se suele meramente retener la explicación de las causas de la guerra (¿Por qué la guerra?) en términos de pulsión de destrucción. Pero en nuestro presente, en el que la frontera entre tiempos de guerra y tiempos de paz se ha borrado, ¿de qué modo se replanteará aquel problema?

Con esa pregunta en mente, la invitación es entonces a debatir unos textos escritos recientemente por Éric Alliez y Maurizio Lazzarato a partir de la constatación de que “vivimos en el tiempo de la subjetivación de las guerras civiles”. Allí ambos indagan la problematización que surge en el pensamiento del 68, con Deleuze y Guattari, quienes se enfocan en la relación entre guerra y capitalismo así como en las guerras de clase, raza y sexo, o las “guerras de subjetividad”, en su relación con las máquinas de guerra; y con Foucault, quien investiga tanto la posibilidad permanente de que las relaciones de poder (relaciones disciplinarias, de seguridad y de gobierno) se conviertan en enfrentamientos estratégicos (reversibilidad de las guerras y el poder), como la cuestión de la política como continuación de la guerra por otros medios).

Alliez y Lazzarato abordan también el modo en que Foucault, al estudiar la aparición y difusión de un discurso que por primera vez concibe la política como continuación de la guerra, terminará “movilizando contra Marx algo que Marx había ubicado en el centro de su Manifiesto Comunista: a saber, la idea de un antagonismo irreconciliable, es decir, la lucha de clases como una “guerra civil más o menos embozada que se plantea en el seno de la sociedad vigente”, un antagonismo que Marx reintrodujo en la fábrica, en el centro de la Crítica de la economía política […] “entre […] derechos iguales […], decide la fuerza [Gewalt]”. Si esto confirma que “la Fuerza [Gewalt]… es en sí misma un poder económico” ya que determina la división entre plusvalía y salarios como “variables independientes que se fijan límites recíprocamente […] y si muestra que con su extensión semántica en alemán que articula “la violencia” y “el poder” con la perpetración de la violencia por parte de una institución (potestas) que es invariablemente el Estado, entonces Gewalt puede circular de una manera bastante incontrolable entre política y economía.

 

* Gewalt admite como traducción: violencia, fuerza, poder o autoridad.

 

Referencias bibliográficas

¿Por qué la guerra? (Einstein y Freud) (1933 [1932]), en S, Freud, Obras completas, tomo XXII, Amorrortu, Bs. As., 1991, pp. 179-198.

S. Freud, De guerra y muerte. Temas de actualidad (1915), Obras completas, tomo XIV, Amorrortu, Bs. As., 1991, pp. 273-301.

É. Alliez y M. Lazzarato, Clausewitz y el pensamiento del 68, revista ñácate nº 6, Montevideo, 2020, pp. 131-154.

É. Alliez, y M. Lazzarato, Subjetivación y Guerra: Marx y Foucault, revista ñácate, 2020. Disponible en: http://www.revistanacate.com/fronteras/subjetivacion-y-guerra-marx-y-foucault-e-alliez-m-lazzarato/