María Teresa Arcos

In Memoriam

 

María Teresa Arcos -para los que la tuvimos cerca, Mariate- estuvo desde el inicio en la revista Ñácate. Participó de cada una de sus instancias: la elección del nombre, las reuniones del comité de redacción, los primeros esbozos del tipo de publicación que queríamos, la fabricación de cada uno de los números, en donde se destacó por su paciencia, su incansable trabajo y su dedicada meticulosidad de lectora exquisita que enriquecía cada uno de los textos que llegaban a sus manos.

Como si fuera poco, fue además una finísima y tremendamente puntillosa traductora, que podía pasar noches en vela persiguiendo una palabra.

Es también la autora de un formidable artículo acerca de La inquietante actividad del diagnóstico en la infancia que se puede leer en el número 1 de Ñácate, La psicopatología revisitada.

Mariate, a quien no le gustaban mucho los primeros planos, se empeñaba en pasar un poco por debajo del radar. Esfuerzo vano, finalmente: algunos han testimoniado en estos días que ella les «supo salvar la vida». La riqueza en resonancias de esa frase, no requiere más comentarios, se salva por sí sola.

Desde hace varios años, sus textos forman parte de la bibliografía en algunas universidades de la Argentina, quizá por aquello de que nadie es profeta en su tierra.

Cierta vez, en Rosario, unos estudiantes no podían creer que esa mujer elegante que estaba allí, tras la mesa, apilando revistas, mientras escuchaba atentamente el seminario, era la autora del trabajo que tanto los había conmocionado. Y Mariate, tampoco podía creer que esos jovencitos, que la habían leído con intensa pasión, quisieran conocerla. Preocupada, preguntaba: «¿En serio, quieren hablar conmigo?». Y subrayaba el «conmigo». Eso, la pinta de cuerpo entero.

Tan pudorosa, como en la inolvidable noche en que sacaba papelitos de un sombrero y leía azarosamente algunos de sus apretados versos. Porque Mariate indagaba y buceaba por los caminos de la creación. Extremadamente cauta a la hora de mostrarlos, nos dejó unos poquitos poemas que atesoramos.

Pero además de esas anécdotas y de muchos recuerdos más que con los días nos irán golpeando la ventana, Mariate era nuestra amiga y era por sobre todo una mujer atenta, delicada y de fino humor; sería mejor decir que podía ser tremendamente divertida. Fue alguien con quien -además de todos los proyectos y viajes que emprendimos juntos- bromeamos y reímos hasta las lágrimas.

La vamos a extrañar en los días que vendrán.

 

A continuación, dos reseñas publicadas por María Teresa en el número 3 de la revista ñácate

En el cristal de la lengua (2011)

 

La transferencia una loca pasión (M. T. Arcos)

La rosa del manicomio (M. T. Arcos)

 

 

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